La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha insistido en que el futuro muro antidrones de la Unión Europea no debe limitarse al flanco oriental, sino proteger también la frontera sur del continente, donde se enfrentan desafíos como la inmigración irregular, el crimen organizado y las catástrofes naturales. La propuesta, que se enmarca dentro del proyecto Centinela Oriental, busca reforzar la defensa europea frente a la «guerra híbrida» de Rusia, pero la presidenta comunitaria ha defendido un enfoque integral que abarque todo el territorio europeo.
Durante su intervención en el Parlamento Europeo, Von der Leyen advirtió que los recientes incidentes con drones que han sobrevolado el espacio aéreo europeo no son hechos aislados ni fortuitos, sino parte de una campaña planificada para «poner a prueba la determinación de Europa, dividir a sus Estados miembros y debilitar el apoyo a Ucrania». «Estamos ante una guerra híbrida y debemos afrontarla con seriedad», subrayó ante los eurodiputados reunidos en Estrasburgo.
La mandataria alemana señaló que los drones forman parte de un patrón más amplio de amenazas que incluye ciberataques contra infraestructuras críticas, campañas de desinformación y sabotajes en cables submarinos. Ante este contexto, defendió la creación de un muro antidrones europeo, concebido como una red de defensa avanzada capaz de detectar, interceptar y neutralizar aeronaves no tripuladas. «Necesitamos un sistema rápido, eficaz y asequible que garantice la seguridad de nuestros cielos, mares y fronteras», explicó Von der Leyen, insistiendo en que, aunque el flanco este sea prioritario, la protección debe extenderse a todo el continente.
La petición de los países del sur de Europa
España, Italia y Grecia habían reclamado ya que la iniciativa tenga una visión de 360 grados, que no solo se centre en la frontera oriental, sino también en el Mediterráneo, donde confluyen amenazas derivadas de la inestabilidad en el Sahel, el tráfico de personas o los efectos del cambio climático. Von der Leyen recogió esa reivindicación al subrayar que el muro antidrones también debe ser útil frente a «un amplio espectro de retos», como emergencias naturales, crisis humanitarias o fenómenos migratorios. «La Unión necesita un escudo integral para todos sus territorios», afirmó.
El plan técnico contempla una red integrada de radares, sensores y sistemas de intercepción distribuidos por el espacio aéreo europeo. Estos equipos incluirán radares móviles y fijos de tecnología AESA, como el modelo Nemus, capaces de detectar drones de gran tamaño a altitudes de hasta 8.000 pies, junto con sensores acústicos e inteligencia artificial que permitan distinguir entre aeronaves no tripuladas y otros objetos en vuelo. Además, el sistema incorporará enlaces satelitales y aéreos para transmitir información en tiempo real a los centros de mando y control, reforzando así la coordinación entre los Estados miembros.

Para la neutralización de amenazas, el proyecto prevé combinar herramientas de guerra electrónica, inhibidores, fusiles antidrones y armamento cinético, complementados con artillería antiaérea de reacción rápida y misiles de defensa aérea terrestre. La
interoperabilidad será una de las claves del sistema, que permitirá integrar las capacidades nacionales existentes y adaptarlas a los distintos escenarios geográficos. Bruselas quiere que este escudo tecnológico sirva tanto para proteger infraestructuras críticas como para actuar ante emergencias civiles o medioambientales.
Controlar flujos migratorios y ayudar en los desastres naturales
En respuesta a las demandas del sur, Von der Leyen también hizo hincapié en que el sistema antidrones podría contribuir a mejorar la vigilancia marítima en el Mediterráneo y el Atlántico, donde se registran flujos migratorios irregulares y operaciones de rescate complejas. De igual modo, los sensores y sistemas de alerta temprana permitirían detectar con antelación fenómenos meteorológicos extremos, incendios o desastres naturales, reforzando así la capacidad de respuesta ante emergencias.
La presidenta de la Comisión confirmó que el proyecto contará con financiación específica. El Programa Europeo de la Industria de Defensa (EDIP) destinará 1.500 millones de euros entre 2025 y 2027, mientras que la iniciativa SAFE permitirá préstamos conjuntos de hasta 150.000 millones de euros para la adquisición de sistemas. Los países interesados deberán presentar sus planes de inversión antes del 30 de noviembre, con el fin de acelerar el despliegue y fomentar la cooperación tecnológica e industrial entre socios europeos. Según las previsiones de Bruselas, el despliegue inicial del muro antidrones podría completarse en el plazo de un año. Los próximos meses serán decisivos para concretar los estándares técnicos y el modelo de gobernanza del sistema, que aspira a convertirse en el núcleo de la arquitectura defensiva de nueva generación de la Unión. Con este proyecto, la UE busca no solo reforzar su disuasión frente a amenazas externas, sino también garantizar una protección integral frente a los riesgos emergentes que afectan a su seguridad, desde el Báltico hasta el Mediterráneo.

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