El aumento del PIB en el cuarto trimestre indica que el proceso de recuperación continúa pero a un ritmo más moderado que en los meses del verano. Esto implica que los niveles precrisis no se alcanzarán hasta 2023.
La Confederación apunta que, en el conjunto del año, el PIB de 2021 en términos reales fue un –6,4% inferior al de 2019 (año previo a la crisis) y que, además, ha continuado la pérdida de peso de las rentas empresariales en el PIB, la caída de la productividad y el aumento de los costes laborales unitarios.
Asimismo, subraya el protagonismo de la acumulación de existencias en el crecimiento intertrimestral del PIB. Sin la aportación de esta variable, el crecimiento intertrimestral del cuarto trimestre se hubiese situado alrededor del 0,5%, en vez del 2%. Esta circunstancia ha de interpretarse con cierta cautela, ya que implica que las empresas han tenido unas ventas inferiores a las previstas, por lo que han acumulado un exceso de inventarios y stocks, algo que puede limitar el crecimiento en próximos trimestres.
CEOE también señala que la composición del crecimiento introduce ciertos elementos de preocupación. Entre ellos, la caída del consumo de las familias, el deterioro de las exportaciones de bienes, el aumento de los costes empresariales, que hacen que los márgenes se sigan reduciendo este año, y la notable caída acumulada de la productividad. El descenso de los resultados empresariales, en un contexto de aumento de los costes laborales y de incertidumbre acerca de los cambios regulatorios, puede llevar a un menor dinamismo económico en el futuro y, con ello, a una menor creación de empleo.
Para la Confederación, el punto más positivo del PIB del cuarto trimestre es el repunte de la inversión empresarial por segundo trimestre consecutivo. En este ámbito, es fundamental un marco regulatorio que impulse la competitividad y que se agilice la implementación de los fondos europeos.
En el agregado del año 2021, la remuneración de asalariados prácticamente ha recuperado los niveles de 2019, mientras que el excedente de explotación bruto aún está muy lejos de normalizar su situación y continúa siendo un 6,6% inferior al del conjunto de 2019, es decir, 35.748 millones de euros por debajo de las cifras precrisis. Esto implica que las empresas van retrasadas en la recuperación de la normalidad en relación a sus trabajadores.
Aunque las perspectivas para la economía española en 2022 son favorables, CEOE considera que están sometidas a una gran incertidumbre y riesgos a la baja que van a afectar de lleno al sector empresarial, como son el encarecimiento de las materias primas, los cuellos de botella, las subidas de costes laborales y los cambios regulatorios. Por ello, es fundamental que no se adopten medidas que desincentiven el crecimiento económico y resten seguridad jurídica.