La unión Europea está inmersa en la implantación de una normativa que busca incrementar la seguridad en sus fronteras exteriores y modernizar a la vez los puntos de acceso a los estados miembros. Esta regulación establece la instalación, no más tarde de 2022, en todos los países que conforman el espacio Schengen, de un nuevo sistema biométrico de entrada y salida, dotado con avanzadas tecnologías de reconocimiento facial y verificación de huellas dactilares, para el registro de los ciudadanos extracomunitarios.

Thales España aspira a tener un papel importante en este proyecto. La compañía ha desarrollado en su Centro de Sistemas de Identidad y Biometría (IBS) de Madrid, un quiosco fronterizo que permite verificar de forma rápida y sencilla la identidad de un viajero procedente de terceros países. La empresa ha solicitado además está solución a las licitaciones abiertas por otros países europeos como Dinamarca, Bélgica, Suiza o Grecia y también mira a España, que tiene previsto abrir este mismo verano el concurso para la adquisición de nuevos puestos fronterizos y quioscos, adaptados a la normativa europea.

El nuevo sistema dispondrá de tres niveles. En primer lugar, los ciudadanos no europeos se inscribirán en los quioscos instalados en aeropuertos, y también en puertos o estaciones de tren que verificarán la edad. Toda la información pasará a un sistema nacional, gestionado por cada país, y dará el salto a un sistema central europeo donde quedará almacenada.

La información biométrica de los viajeros no permanecerá en el quisco y tampoco en el sistema nacional, sino que llegará directamente al sistema central europeo. El acceso de estos datos estará muy restringido. Dicha información se conservará durante un periodo de tres años en el registro central inteligente de viajeros y después se eliminará.

El quisco está diseñado para verificar la identidad de forma rápida y sencilla en apenas un minuto, facilitando el trabajo al oficial de fronteras y reduciendo el tiempo de espera para los viajeros no comunitarios. El sistema realiza en primer lugar una lectura del documento de identificación del pasajero y detecta automáticamente el idioma.

El siguiente paso es la captura facial en alta calidad. La tecnología biométrica juega en este punto un papel crucial, permitiendo detectar el posible empleo de técnicas de deep fake o enmascaramiento de la identidad. Por último, toca la toma de huellas de los cuatro dedos de la mano derecha. Antes de finalizar, la persona debe responder un breve cuestionario de entrada. Este proceso de verificación se llevará a cabo la primera vez que el pasajero cruce por una frontera Schengen.

La información facial, dactilar y del documento junto con el cuestionario se reproduce en tiempo real en la pantalla del oficial de fronteras.

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