Almirante General Teodoro Esteban López Calderón, 7 de febrero de 2023

Para exponer mi visión del proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado de 2023 para el Ministerio de Defensa desde la perspectiva de la determinación de capacidades necesarias para las Fuerzas Armadas y su eficacia operativa en el actual y en el previsible entorno de seguridad, haré referencia a cuestiones como el esfuerzo operativo que estamos realizando y el previsible; las necesidades priorizadas para dotar a nuestras Fuerzas Armadas con unas capacidades suficientes que proporcionen la disuasión  necesaria;  el  esfuerzo  para  sostenerlas  adecuadamente;  y,  finalmente,  la  manera  en  la  que empleamos los recursos que se ponen a nuestra disposición y los beneficios que reporta la inversión en defensa.

Iniciaré mi exposición contextualizando el proyecto de Presupuestos de Defensa para 2023 en el marco del entorno estratégico actual, que es de carácter incierto, extraordinariamente volátil y nos demanda incrementar las medidas que permitan mantener y mejorar nuestra seguridad y resiliencia ante los principales retos de un mundo hiperconectado, altamente tecnificado y en continua competición estratégica, donde los principios de la democracia, los derechos humanos y el orden internacional basado en normas están cada vez más cuestionados.

La invasión ilegítima e injustificada de Ucrania por Rusia ha supuesto un punto de inflexión en las relaciones internacionales, que ha conducido al fin del periodo de la posguerra fría, generando una nueva realidad en la que la competición geopolítica se lleva a cabo mediante el empleo de actuaciones híbridas, crece el desafío de determinadas potencias regionales y los acontecimientos se suceden con una extraordinaria rapidez; hechos que tienen un claro impacto para la seguridad europea, con repercusiones profundas en los ámbitos económico y social.

Por ello, durante la Cumbre de Madrid del pasado mes de junio, los líderes de la OTAN aprobaron un nuevo concepto estratégico, en el que se acordó un nuevo modelo de fuerzas, que provocó una revisión de la estructura de mandos y de fuerzas de la alianza, que apuntaló las tareas principales de la alianza —en especial, la disuasión y defensa— y que instó a los países miembros a dotar de los recursos necesarios a la nueva generación de planes militares que se están elaborando.

Este es un reto en el que estamos ya completamente inmersos, tanto en clave nacional como internacional. De hecho, ya hemos alineado las actividades derivadas de nuestras líneas de acción estratégica con las de nuestros aliados y socios. En lo que se refiere a las actividades, misiones y operaciones de nuestras Fuerzas Armadas, tanto en el ámbito nacional como en el exterior, quedan todas ellas enmarcadas en alguna de las tres líneas de acción estratégicas que fueron definidas en el concepto de empleo de las Fuerzas Armadas que, como saben, entró en vigor hace poco más de un año y que establecen nuestro esfuerzo operativo.

La primera de ellas, denominada disuasión y defensa, incluye actividades con carácter permanente, tanto en el ámbito nacional y espacios de interés como en aquellos otros que puedan afectar a los intereses nacionales. Todo ello con el objetivo de dar credibilidad a nuestra disuasión y capacidad de defensa ante posibles amenazas contra nuestra seguridad. Estas misiones, las de disuasión y defensa, se realizan tanto en el ámbito nacional con carácter exclusivo, como en el de las organizaciones internacionales a las que pertenecemos.

La segunda línea de acción estratégica es la de proyección de estabilidad. Con ella tratamos de acometer riesgos transversales para la paz y la estabilidad, como el terrorismo transnacional, el crimen organizado o la piratería, en regiones que afectan directamente a nuestra seguridad e intereses. Estas acciones también se realizan, tanto de forma bilateral como en colaboración directa con aliados y socios a través de las organizaciones internacionales, principalmente la Unión Europea, la OTAN y Naciones Unidas.

Finalmente, la tercera de las líneas de acción estratégica afecta a las actividades con las que contribuimos a la seguridad nacional. Una de las misiones de las Fuerzas Armadas es colaborar con el resto de las administraciones públicas en los supuestos de grave riesgo, catástrofe, calamidad u otras necesidades públicas. Además, llevamos a cabo misiones de apoyo a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y a los servicios de rescate terrestre, marítimo y aéreo en las búsquedas y salvamentos.

También contribuimos al Sistema de Nacional de Protección Civil y participamos en el Sistema Nacional de Gestión de Crisis. Creo que los ejemplos de estas contribuciones son claros y conocidos. Los últimos han sido la operación Balmis, que en el pico máximo de necesidades contó con la participación de 5.000 militares, y la reciente actividad que tuvimos que realizar con motivo de la erupción del volcán Cumbre Vieja en Canarias.

FUENTE Y MÁS INFORMACIÓN: DEFENSA.COM