Después de que el crecimiento en la UE en 2023 fuera del 0,5% frente al 2,5% en EEUU, BusinessEurope estima en sus últimas previsiones económicas que hay indicios de recuperación paulatina tanto en la UE como en la zona euro, registrándose unas tasas del 0,3% en el primer trimestre de 2024.
Así, BusinessEurope prevé, en base a las aportaciones recibidas de sus federaciones, un crecimiento en 2024 del 1,2% (-0,4pp con respecto a las previsiones de otoño) en la UE y del 0,9% en la zona euro, y en 2025 del 1,8% y 1,4% respectivamente, con la inflación situándose este año en el 2,9% y 2,3%, y en 2025 en el 2,6% y 2,0% (objetivo del BCE). Su director general, Markus Beyrer, señaló que los indicios de un cierto repunte del crecimiento “no deben distraernos de los enormes retos a los que se enfrenta el sector industrial, sobre todo como consecuencia de los elevados precios de la energía y de una creciente carga normativa.”
Teniendo en cuenta, entre otros aspectos, el endeudamiento de las empresas y los elevados tipos de interés que afectan negativamente a la inversión, así como un panorama variante en función del sector económico, BusinessEurope propone las siguientes recomendaciones políticas:
- Abordar urgentemente los retos estructurales a los que se enfrenta la industria europea frente a sus competidores mundiales, como los elevados precios de la energía y una carga normativa excesiva, siendo crucial mantener la base industrial de la UE para apuntalar la seguridad y prosperidad económicas,
2. El BCE debe seguir calibrando cuidadosamente la política monetaria para garantizar un retorno al objetivo de inflación del 2%, con una política fiscal que apoye a la política monetaria, y un nuevo marco de gobernanza económica que fomente el retorno de las finanzas públicas a una posición más sostenible.
3. Tener en cuenta las recomendaciones del informe Letta y del próximo informe Draghi para elaborar una estrategia europea de crecimiento a largo plazo, que incluya el fortalecimiento del mercado único, la profundización de los mercados de capitales y el apoyo a las reformas estructurales en los Estados miembros, situando la competitividad en el centro del próximo ciclo político.