“Es una industria exportadora con una diferencia positiva entre exportaciones e importaciones aproximada a los 2.000 millones de euros; que contribuye al incremento de la actividad económica y la generación de empleo tanto directo como indirecto; es un sector de alto valor añadido que favorece la competitividad de la industria; y es una capacidad más de las Fuerzas Armadas y clave para garantizar la soberanía nacional y la seguridad de los ciudadanos”. Así se expresó a este diario digital el presidente de AESMIDE, Gerardo Sánchez Revenga.
La industria de defensa es un importante vector de crecimiento económico e innovación, esencial para la soberanía tecnológica y la autonomía estratégica de España. Entre las principales características de este sector regulado e intervenido, destacan su fragmentación, su relación directa con los Ministerios de Defensa, los proyectos complejos y largos de desarrollo y el elevado nivel de competitividad internacional.
En comparación con el resto de los principales líderes europeos, la base tecnológica-industrial nacional muestra un tamaño alejado de sus principales competidores y socios. En resumen, el sector está formado por un pequeño número de grandes empresas (plataformistas y sistemistas) que lideran los principales subsectores de actividad actuando como tractoras de la industria nacional, seguida por suministradores de primer nivel (Tier 1) y finalmente por un gran número de empresas, de menor tamaño que completan la cadena de suministro.
Esta característica pone de manifiesto que, más allá de las grandes empresas tractoras, existe una fragmentación de la industria nacional que en muchos casos pone su foco en determinadas capacidades de nicho. Así, en algunos casos las capacidades de las empresas se solapan y se producen duplicidades y en otros, se complementan. Esta fragmentación supone una barrera de crecimiento y competitividad que se debe superar.
El sector, caracterizado por la alta cualificación de sus profesionales, se enfrenta a otros retos, como la necesidad de salvaguardar las cadenas de suministro de defensa, incluyendo el aseguramiento de las materias primas y el equilibrio y conservación de los recursos más críticos, o la disponibilidad del capital humano, haciendo necesaria la atracción y retención del talento, así como la calidad del empleo.
En cuanto a la cadena de suministro a nivel europeo, está formada por más de 2.000 empresas de menor tamaño, pymes y start-ups emergentes, que suministran subsistemas o componentes a los contratistas principales. En España esa cifra es de 400, que generan 36.000 empleos directos.
En los últimos treinta años, gracias a una política industrial activa del Ministerio de Defensa, la base tecnológica industrial nacional “ha reducido sus dependencias de terceros y desarrollado capacidades propias tanto en diseño, como producción y mantenimiento”. Las empresas nacionales han conseguido capitalizar en producto y capacidades propios los esfuerzos de inversión realizados por el Ministerio desde el lanzamiento de los primeros grandes programas en la década de los 90 del siglo pasado. La mejora de su competitividad se traduce en una mayor presencia internacional y en el liderazgo de consorcios europeos, tanto en sistemas de armas completos como en nichos de producto especializados.
No obstante, la industria europea de defensa se enfrenta a un escenario no homogéneo. Por un lado, se detectan políticas y legislaciones muy diversas en materia de exportación de armas de los Estados miembros de la Unión Europea, así como diferentes criterios relativos a transferencias de tecnología a terceros países. Por otro, en los últimos años se ha dado una tendencia hacia políticas proteccionistas, tal vez como efecto colateral de la COVID-19. Estas circunstancias incrementan la natural incertidumbre en toda actividad económica e introducen nuevas dificultades y restricciones que podrían limitar las oportunidades del conjunto del sector europeo en el mercado internacional.
Todas estas valoraciones forman parte de la Estrategia Industrial de Defensa 2023, presentada este verano pasado por la secretaria de Estado de Defensa, María Amparo Valcarce García.
Fue la propia Valcarce, en el marco del recientemente celebrado Foro AESMIDE, la Asociación de Empresas Contratistas con las Administraciones Públicas de España y otros Estados, quien pidió “ambición” al sector. Ambición para “invertir en más factorías 4.0”; ambición en innovación, “porque el gran reto es el digital”; y ambición a la hora de contratar, “sobre todo ingeniería”.
Según las palabras de Valcarce, el Gobierno ha garantizado un crecimiento sostenido de los recursos destinados a defensa y seguridad hasta alcanzar el 2% del PIB español en 2029. Esto ofrece, dijo, un escenario muy seguro y transparente a las empresas para que puedan tomar aquellas decisiones que consideren necesarias.
La “prueba del algodón”, dijo la secretaria de Estado, ha sido que en 2023 se elevó el presupuesto de defensa en un 26% y “esto tiene que ir unido a una respuesta también por parte de las empresas”. “Va a haber muchos recursos, pero necesitamos que las empresas respondan en tiempo y con presencia de la industria española. Marca España”, recalcó Valcarce. “La industria de defensa está muy basada en la ingeniería y necesitamos más vocaciones STEM, más mujeres en ingeniería”, concluyó.
Ese mismo mensaje gubernamental ha llegado a TEDAE, la Asociación Española de Empresas Tecnológicas de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio, que aglutina a casi 100 empresas.
“Es una industria exportadora con una diferencia positiva entre exportaciones e importaciones aproximada a los 2.000 millones de euros; que contribuye al incremento de la actividad económica y la generación de empleo tanto directo como indirecto; es un sector de alto valor añadido que favorece la competitividad de la industria; y es una capacidad más de las Fuerzas Armadas y clave para garantizar la soberanía nacional y la seguridad de los ciudadanos”. Así se expresó a este diario digital el presidente de AESMIDE, Gerardo Sánchez Revenga.
Pero, ¿están preparadas las empresas españolas para competir y participar de forma destacada en los grandes programas de armamento europeo?
Lee el artículo completo pinchando en este enlace: La industria de defensa, un sector robusto y estratégico, pero demasiado fragmentado (industrytalks.es)